¿Qué demonios estamos haciendo en OyD?
En febrero de 2014 esto se planteó como un juego, que en realidad venía siendo pensado durante algunos meses, incluso durante 2013. El gran objetivo, el fin máximo que regulaba las publicaciones, era leer. Leer sistemáticamente, leer asistemáticamente, leer cosas que quería leer desde hacía mucho, leer cosas que fueran apareciendo al calor de los días, por sentimientos profundos o por meras casualidades. Leer y, claro, dejar un registro de esa lectura.
La originalidad es un deseo supremo de estos días, y no puedo decir que no aspire a ella, pero lo hago sabiéndola imposible de antemano, puros intentos fútiles de un mero divertimento. Porque no es más que una declaración de intenciones frente al Aleph que primero fue la biblioteca y luego, Internet. Si sólo somos “polvo en el viento”, como dice la canción, ¿qué les queda a nuestras palabras? ¿Partículas de ese polvo?
Por eso la escritura que se da aquí (y en todos lados) es apenas un transcurrir, con una dirección precisa, que es la de avanzar casi sin rumbo, pero guiado por ese título ficticio que autorregula estos textos, «Nueva Narrativa Argentina en 4 párrafos», y que en muchos casos ni siquiera fuimos capaces de cumplir. Hasta aquí hemos analizado un libro de entrevistas de 1995, una recopilación de literatura norteamericana, un librito literalmente de bolsillo, un autor como Ricardo Piglia, que de nuevo no tiene nada… La propuesta siempre fue leer, siempre fue en un tono egoísta, pensando en mis lecturas, escribiéndolas desde una primera persona que alterna entre el singular y el plural según considere que me involucra sólo a mí, a un potencial nosotros escriturario o un nosotros que lo incluye también a usted, lector, que si está leyendo esto es porque llegó casi como una casualidad, una simple coincidencia. Y es esa efectivamente la otra guía de este rumbo: un profundo respeto por ese azar, una suerte que nos encontró entre miles de millones de bytes, y que nos encontró hablando de literatura, de literatura chiquitita, de acá, de Argentina, este país que se nos cae del mapa, con gente también muy pequeña, que está diciendo cosas en un tono bajito, que publica libros porque ése fue el mandato que les dejó el siglo anterior (la solemnidad de ver el nombre propio en letras de molde, en un papel grueso que los yanquis nunca tendrán, obsesionados con hojas amarillentas y recicladas).
Y si yo, un puñado de polvo, me topé en mi camino ventoso con un escritor como Muslip, al que casi nadie llegó (¿10.000 argentinos lo habrán leído, entre 40 millones? Dudo que siquiera llegue a esa cifra…), y creo que tengo algo para decir sobre él y su literatura, y lo digo, y a continuación llega alguien, hoy o después, mucho después, y lee alguno de estos artículos, y va y lee a Muslip, y le gusta (o no), y tiene algo para decir sobre él… Bueno, creo que eso será suficiente para decir que NNA4 está funcionando, que sirve como espacio para divagar sobre lo que se escribe (y, sobre todo, lo que se publica) ahora, aunque sea una selección ínfima, 12 libros sobre un total de unos ¿5.000? libros de narrativa argentina que se habrán publicado en los últimos 15 años. Confío, además, en que estas lecturas dialoguen entre sí, en que lleguen a constituir una idea conjunta sobre lo que se está escribiendo. O no, pensándolo mejor tal vez no haya necesidad de llegar a conclusiones, no hay por qué cerrar caminos ni acelerar los finales. Esto sigue. Reglado por las convenciones que marcamos en el título (NNA4), y con todas las excepciones que creamos pertinentes, pero sigue.